domingo, 27 de junio de 2010

LAS PERSECUCIONES QUE ME LLEVARON A DENUNCIAR ESTOS HECHOS

Yo estaba decidido a morir guardando los hechos secretos que relacionan a la Presidenta Bachelet con el exterminio de la dirección del Partido Socialista de Chile que trabajaba en la clandestinidad en el año 1975, más no por temor a las represalias de este gobierno –sucesor de Pinochet- que ha seguido manteniendo las políticas de abuso que impuso el dictador durante sus diecisiete años de oprobio que nos causó, sino que por respeto a esta mujer que, en muchas cosas, ha sido una mujer digna.

Las que vienen son las razones que colmaron mi paciencia. Siendo un hombre solo, por último arriesgo mi “pellejo” y nada más, si es el que los miembros de los aparatos de Bachelet, tan estructurados y persecutores como los de Pinochet, decidieran hacerme algo, porque hoy uno si reclama hostigamiento, amenazas y similares procedentes de esta “democracia” tuerta, se enfrenta a la indiferencia de la mayor parte del sistema judicial, que sirve incondicionalmente a esta señora.

Al fin y al cabo ella es la Presidenta y ellos los que le trabajan, exceptuando pocos casos, sus incondicionales. Ahora, para mí, que existe en torno a Bachelet un grupo importante de personas que determinan por ella. El círculo de hierro de Bachelet. Los hombres y mujeres de confianza de ella y aquellos que, guardando secretos similares a los que yo le guardaba, ejercen una especie de chantaje sobre ella.
Quizás Bachelet no sea la absoluta responsable de lo que sucede a gente que, proviniendo del mismo ideario de ella, sufra persecuciones. Pero ella es la Presidenta y, como tal, debiera imponer su poder.
Pero, según lo que ocurre en Chile, parece que no es así.

PRIMERA RAZÓN

En 1983 u 84 una fracción del PS (la llamada Histórica) que encabezaba Juan Gutiérrez Soto, me mandó a hacer un trabajo clandestino a Arica: reunificar a los socialistas dispersos. Logré reunirme con cuatro o cinco directivos del Partido en Arica. Ellos no concordaban para nada con la línea que yo iba representando. Allí no había nada que hacer.
Sin embargo persistí en una reunión con gente que había sido del PS. Fue un fracaso. La CNI (aparato de inteligencia de la dictadura) me detuvo a mí y a otro joven. Estuvimos horas bajo interrogatorio y el que hacía de jefe de los CNI me dio un plazo de dos días para que abandonara Arica.
Atemorizado no supe más que recurrir a un periodista amigo del único diario de la ciudad. Allí se publicó la carta en que yo hablaba de la situación por mi vivida y de mis temores.
Nadie supo decirme que debería haber concurrido a los organismos de Derechos Humanos. Quizás el trabajo disperso de los contrarios a Pinochet me jugó en contra. Las luchas por tener parcelas de poder dentro de los opositores a Pinochet eran muchas.




SEGUNDA RAZÓN

El 30 de septiembre de 1987 allanaron mi departamento. Me acusaron de estar involucrado en el secuestro del Coronel Carreño. Nada era cierto. Sin embargo me destruyeron textos de investigación, me rompieron cosas, hicieron desaparecer otras y me amenazaron.
La Vicaría de la Solidaridad, a través del abogado Héctor Salazar, presentó un Recurso de Amparo.
Días después el mismo abogado presentó una querella por allanamiento ilegal de morada y otros cargos.
El juez –Raimundo Díaz Gamboa- absolvió a los culpables del que logré saber que su jefe era un tal Juan Díaz Jara, dado de baja de la institución en el gobierno de Aylwin.
La Corte de Apelaciones pidió reabrir el Caso, mas otra vez, luego de una sola citación a los testigos, el juez Raimundo Díaz volvió a cerrarlo.
Siguió un hostigamiento constante: retención por horas, amenazas por teléfono y otras. Ante tanto hostigamiento decidí desistirme de la querella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario