Pero aquella pelea salió al día siguiente de titular en LA CONCORDIA. Un escándalo que siguió apareciendo con dimes y diretes en el mismo diario.
Lionel Valcarce, regidor por el PS, y rival de la directiva adulta del Partido quiso sacar provecho del asunto. Me invitó a conversar con él y con el abogado de él. Quería una querella contra mis agresores. Valcarce no me defendía a mí: defendía su poder dentro del PS.
Sin saber cómo, esa posible querella se diluyó en promesas.
Por ingresar al PS, por mis ideales de justicia social, estaba cesante. Mi casa era pobre y esa miseria me tocaba y dolía.
Yo, el hombre que según el director de LA CONCORDIA, era un visionario y que tenía un gran futuro como poeta (hizo una nota en LA CONCORDIA sobre ello) y al mismo tiempo prometía colegiarme de periodista.
Todo ello él mismo lo desechó. Me echaron del diario cuando advirtieron mi acercamiento al mismo.
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