Si bien la PRIMERA RAZÓN y SEGUNDA RAZÓN fueron bastantes peligrosas, era lógico que, en un Estado dictatorial, las entendiera. Que el salvajismo de Pinochet no me ofreciera más que un espacio, una selva de peligro, era lógico. Pinochet era un dictador y yo me oponía a esa dictadura.
Yo nunca esperé en DEMOCRACIA otra cosa que no fuera el respeto a mis valores, a mi libertad de pensar y de escribir. Eso ERA SOFUCIENTE, pero cuando me dijeron, compañeros de diversas tendencias de izquierda, que yo tenía derecho a concurrir a la Comisión Valech para denunciar lo que durante Pinochet había vivido…lo hice…
¿Y para qué?
Para nada.
Esos mismos compañeros –muchos que calificaron- me dijeron que los citara como testigos, que iban…
No los llamaron.
Yo no iba a la Comisión Valech a obtener un beneficio pecuniario…NO LO NECESITABA. Sólo iba a atestiguar lo vivido y las injusticias sufridas bajo el dictador…
Pero NADA, ABSOLUTAMENTE NADA, consideraron eso los de la Comisión.
Molesto los denuncié en un folleto, pero ellos permanecieron impávidos.
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